La cirugía plástica y su estrecha relación con el comercio exterior y la logística

La cirugía plástica y su estrecha relación con el comercio exterior y la logística

17/04/2025
Redacción Movant
Fuente: Infobae.com

Fabián Cortiñas, miembro de la junta directiva de la International Society for Aesthetic Plastic Surgery, destaca el crecimiento del sector y la importancia de una cadena de abastecimiento personalizada.

“La logística es vital para este rubro”, asegura Fabián, al detallar cómo una decisión tan personal, como una intervención estética, depende de una cadena internacional que funcione sin fallas. En este rubro, explica, la trazabilidad y la necesidad de disponibilidad inmediata imponen condiciones logísticas muy específicas.

¿Cuál es la situación actual del sector de la cirugía plástica?

El sector está en crecimiento, particularmente en el terreno de la estética. Muchas veces se asocia la cirugía plástica solamente a lo estético, pero es una especialidad vasta, que incluye desde la atención a pacientes quemados hasta la reconstrucción maxilofacial. Sin embargo, dentro del segmento estético, que es el que yo ejerzo casi en su totalidad, observamos que incluso durante la pandemia el índice de procedimientos no cayó. Eso demuestra la consolidación y la importancia subjetiva que las personas le otorgan a su bienestar físico.

La pandemia fue un punto de inflexión: cuando todo lo superfluo parece perder valor ante una crisis sanitaria, la cirugía estética demostró que no necesariamente se percibe como algo prescindible. Hoy sigue creciendo, incluso en contextos socioeconómicos adversos.

¿En qué medida dependen de insumos importados?

Dependemos completamente del comercio exterior. La Argentina no produce suturas ni implantes utilizados en cirugía plástica. Las suturas quirúrgicas y los implantes mamarios, de mentón o pantorrilla, entre otros, se fabrican en el exterior. Hay plantas en Brasil, Alemania, Francia, Costa Rica, Reino Unido y Estados Unidos, pero nada se produce localmente.

Cada uno de estos insumos tiene que ser importado y, en el caso de los implantes mamarios, hay un componente adicional: la trazabilidad. Cada implante tiene un número asociado a una paciente específica, lo que implica un control riguroso desde el momento en que se fabrica hasta que se utiliza en quirófano.

¿Cómo influye la dinámica del sector en las necesidades logísticas diarias?

La logística es vital para este rubro. En una clínica o consultorio quirúrgico se trabaja con procedimientos programados, pero hay situaciones impredecibles. Por ejemplo, puede suceder que una paciente cambie de opinión sobre el tamaño del implante mamario pocas horas antes de la cirugía. En esos casos, hay que cambiar el producto de forma urgente.

Esto requiere que el sistema de abastecimiento no solo sea eficiente, sino también flexible y humano. La jornada quirúrgica empieza muy temprano, a las siete de la mañana. Por lo tanto, quienes distribuyen estos productos tienen que estar preparados para actuar rápido y adaptarse a esos cambios de último momento.

¿Se ha logrado construir una buena relación con el sistema logístico argentino?

Sí, en general, al menos en Buenos Aires, existe una relación muy personal entre los equipos médicos y quienes se ocupan de la distribución. Incluso podría decir que hay una relación casi amistosa, porque entendemos que estamos trabajando juntos en un sistema complejo.

El intento de automatizar este proceso de distribución, dejando de lado la atención personalizada, fracasó en el pasado. Hoy sabemos que no se trata solo de trasladar un producto, sino de acompañar la decisión emocional de un paciente. La flexibilidad y la comprensión de ese componente humano son esenciales para que todo funcione.

¿Cómo evalúas la situación actual de las importaciones?

Hemos pasado por muchas etapas. Ha habido momentos difíciles en los que conseguir un implante específico era muy complicado. En esos casos, debíamos adaptarnos a lo que había en stock, algo que no es ideal si se considera la carga emocional de estas decisiones.

Hoy la situación es mucho más cómoda. Raramente solicito un implante y no está disponible. Esto indica que el sistema de importación se ha vuelto más fluido y que, por ende, el stock también se ha estabilizado. Esto es clave para mantener la calidad de la atención.

¿Qué tan importante es la calidad en estos productos?

Es fundamental. Estamos colocando un dispositivo dentro del cuerpo humano. No se trata de abaratar o encarecer, sino de asegurar la mayor calidad posible. Elegir un implante adecuado significa minimizar riesgos y aumentar la satisfacción del paciente.

Se han dado casos en la historia reciente, como el de ciertos implantes fraudulentos fabricados en Francia, que provocaron alertas sanitarias en varios países, incluida la Argentina. Esa experiencia sirvió para reforzar la importancia de la trazabilidad y el control de calidad en cada etapa del proceso.

¿Hay diferencias de demanda según la región?

Sí, en Asia, por ejemplo, la concepción de belleza es muy distinta. El aumento de volumen mamario no es un atributo deseado tradicionalmente, y la rinoplastia se realiza para aumentar el tamaño, no para reducirlo como en Occidente. Sin embargo, con la occidentalización de ciertas costumbres, algunos mercados asiáticos están empezando a adaptarse.

En cambio, Argentina tiene un canon de belleza muy ligado a Europa, aunque con una variedad de rasgos que hace que no haya un único estándar. Eso nos da una riqueza estética muy interesante y también una diversidad de demandas.

¿Qué descubriste al reflexionar sobre la relación entre tu especialidad y la logística?

Al principio no parecía haber ningún punto de contacto. Pero cuando me detuve a pensar que inyecto productos que no se fabrican en el país y que dependo de dispositivos externos que tienen que llegar en condiciones exactas, entendí que esta conexión es crucial.

Esa interdependencia entre la medicina, en especial la cirugía plástica, y la logística, tanto nacional como internacional, me llevó a valorar más el trabajo silencioso pero fundamental que permite que cada procedimiento pueda realizarse como fue planeado. Y que una decisión tan personal, como una intervención estética, sea también posible gracias a una cadena de abastecimiento que funciona.