Cada compra que hacemos nos ata a una vasta red oculta de personas, máquinas y recursos, ya sea que lo veamos o no.
Las cadenas de suministro son grandes sistemas industriales. Están compuestos por elementos heterogéneos, como barcos, aviones, trenes y camiones, pero también por sistemas de trabajo, información y finanzas que los construyen y conectan entre sí. Por lo general, los bienes fluyen en una dirección y el dinero fluye en la dirección opuesta. Sus sustratos físicos son en sí mismos productos industriales, que dependen de barcos, camiones, grúas, combustibles fósiles y energía eléctrica, unidos por operadores humanos calificados, supervisores, gerentes y otras funciones industriales.
La sugerencia lineal de "cadena" es engañosa: una cadena de suministro es una red o estructura de árbol de proveedores que apoyan a otros proveedores, lo que en algunas industrias se denomina "niveles". En la cadena de suministro de Intel, por ejemplo, las minas que suministran mineral de tantalio para convertirlo en chips están enterradas profundamente en el Nivel 12.
Cada cadena de suministro es una red de relaciones físicas, contractuales, financieras y sociales cuya construcción requiere recursos y tiempo. Las empresas a menudo consideran estas redes como sus joyas de la corona y guardan celosamente sus secretos. "Una vez que uno entiende lo que implica un solo envío al extranjero hasta el hogar de un consumidor", escribe el gurú de la cadena de suministro del MIT, Yossi Sheffi, en su libro "The Magic Conveyor Belt", "la pregunta no es por qué el artículo no llega a tiempo, sino más bien el asombro y la maravilla de que tal cosa pueda completarse en primer lugar".
En su apogeo, los grandes almacenes crearon mundos de ensueño por los que se caminaba y se miraba por los bordes de las cadenas de suministro como ventanas a una vida aparentemente mejor. Hoy en día, Internet hace un gran trabajo al abstraer esos sistemas, ocultando esta enorme complejidad detrás de una interfaz simple y amigable para reemplazar las lujosas salas de exposición.
Pero sus clics tienen impactos en el mundo humano y físico de todos modos. Cuando inicias sesión en un sitio web de Amazon, o en cualquier otro sitio de comercio electrónico, estás controlando una cadena de suministro global. Cuando haces clic en "comprar", inicias una serie de eventos financieros, de información y humanos que dan como resultado que un producto aparezca en tu puerta.
Es probable que pocos de nosotros aprobemos cada momento de cada cadena de suministro para cada producto que consumimos.
Considere cualquier producto en su hogar. ¿Dónde se hizo? (Eso debería estar escrito en la etiqueta en alguna parte). ¿Dónde se fabricaron las piezas? ¿Quién los puso a todos juntos? ¿Cómo llegó a tu puerta?
Cada objeto encarna respuestas a esas preguntas, aunque es abrumador pensar en cada una de ellas. No obstante, es un ejercicio que vale la pena hacer de vez en cuando para algunos objetos, incluida la comida. ¿Tirar una fresa mohosa? Imagínese las enormes distancias (y los combustibles fósiles) que lo llevaron a su cocina, solo para perder de ser comestible por unas pocas horas. Y, por supuesto, el viaje no termina cuando lo tiras a la basura. Tampoco se acaba si te lo comes; La digestión es parte de la cadena. Tu cuerpo convierte la energía almacenada en la fresa en trabajo. Nuestro acto de consumo es solo un breve momento en estos sistemas que fluyen constantemente.
Y, sin embargo, ese momento trae consigo cierto nivel de responsabilidad ética para los sistemas que lo respaldan. ¿Cuánto quiere saber sobre las condiciones de trabajo en cada etapa de la cadena de suministro? ¿Cuánto estás moralmente obligado a saber, con qué consecuencias? Es probable que pocos de nosotros aprobemos cada momento de cada cadena de suministro para cada producto que consumimos. Sin embargo, retirarse completamente éticamente de esa participación implicaría una renuncia a la vida moderna. Parafraseando al personaje de dibujos animados Pogo, hemos visto las cadenas de suministro y somos nosotros.
La era de la pandemia nos enseñó que la disrupción, el término de Silicon Valley que había sido apreciado como emblema de innovación audaz, no es aceptable cuando se trata de cadenas de suministro. Estos sistemas industriales son prosaicos para los estándares de alta tecnología (camiones, trabajadores con trajes marrones y muelles de carga), pero esenciales para mantener la vida en una sociedad industrial moderna.
Sus objetivos, y los objetivos de las miles de personas que los planifican, gestionan y operan, son lo opuesto a la disrupción. Mantenga el flujo de mercancías. Mantenga la alimentación encendida. Mantén los trenes en marcha. Mantén a todos seguros mientras lo haces. Suavidad, fiabilidad y eficiencia son las palabras clave. El dinamismo es inevitable, pero la disrupción es el enemigo.